domingo, 10 de noviembre de 2013

Trastornos específicos del lenguaje

La ASHA, 1993 (American Speech, Language and Hearing Association) define que el trastorno del lenguaje “consiste en el deterioro o el desarrollo deficiente de la comprensión y/o la utilización de un sistema de símbolos hablados, escritos y/ u otros. Estas alteraciones incluyen (1) la forma del lenguaje (fonología, morfología y sintaxis), (2) el contenido del lenguaje (semántica), y las funciones del lenguaje en la comunicación (pragmática) en cualquier combinación”
El desarrollo de estas habilidades psicolingüísticas repercute de manera significativa en el lenguaje y las habilidades de aprendizaje. Es común que estas habilidades se encuentren disminuidas en aquellos niños que presentan un trastorno del lenguaje, ya sea asociado a otra patología o de manera específica, como es el caso del Trastorno Específico del Lenguaje
Algunas de las habilidades psicolingüísticas son:
  • Atención/concentración: La atención tiene influencia en el tipo y la cantidad de material procesado, determina el destino de la información sensorial que propicia el procesamiento de la misma. Los déficit de atención/concentración impiden al niño darse cuenta de sus errores lo que repercute en las actividades que realiza.
  • Secuenciación: La actividad de secuencia lógica es una de las habilidades psicolingüísticas que subyacen a la estructuración sintáctica, es decir, permite al niño organizar sus frases y oraciones.
  • Clasificación/categorización: Estos procesos ayudan a la formación del léxico mental del niño, facilitando la recuperación y almacenamiento de la información.
  • Identificación: Permite a los niños interpretar o dar significado a lo que se percibe, construyendo estructuras mentales internas que se almacenan a nivel cognitivo.
  • Discriminación: Permite establecer diferencias entre los estímulos percibidos y participa en procesos de integración del lenguaje.
  • ƒMemoria secuencial auditiva: Se expresa en la habilidad para repetir secuencias de palabras, números, indicaciones, órdenes, oraciones y recontado de cuentos de menor a mayor complejidad. Esta habilidad implica almacenar y recordar información auditiva y lenguaje en el orden en que se presentan los estímulos.
  • Comprensión auditiva: Implica sintetizar el significado general del lenguaje que se oyó a través de la audición, deliberada o accidentalmente, y relacionarlo con información conocida en una variedad de situaciones; así, se decodifican mensajes verbales de diferente longitud y complejidad. Explica la comprensión de instrucciones simples hasta situaciones cotidianas y discurso narrativo.
  • Asociación auditiva: Se refiere a la aptitud para relacionar conceptos presentados oralmente, por medio de oposiciones o analogías verbales. Esta habilidad, además de contribuir a la agrupación de objetos, media también en el proceso de resolución de problemas, pues en primer lugar, se requiere realizar las asociaciones pertinentes para luego poder resolverlos con éxito.
  • Asociación visual: Se refiere a la aptitud para relacionar símbolos visuales de una forma significativa. Su desarrollo contribuye a la ordenación de dibujos, objetos, a la búsqueda de semejanzas y al reconocimiento de absurdos visuales.
  • Expresión motora (codificación motora): Se refiere a la aptitud del niño para expresar sus ideas por medio de gestos significativos. Se relaciona con la mímica y expresión gestual, el dibujar en el aire u obedecer a quien guía por medio de la observación.
  • Expresión verbal: Se relaciona con la habilidad del niño para expresar conceptos verbales (codificación vocal) y para nominar palabras pertenecientes al vocabulario activo o de uso diario. Implica la habilidad para recordar y nominar objetos y situaciones presentes, luego de que no están a la vista inmediata. Asimismo, se expresa en la destreza para completar historias, imaginarse y verbalizar, el juego de roles y la enumeración de lo que se ve.
La clasificación que trabajaré en este artículo es la basada en el modelo médico – clínico que sigue la patología psicolingüística donde las alteraciones del lenguaje se dividen es específicas y secundarias.
  1. Trastornos primarios: cuando la grave alteración del lenguaje o presencia de retraso en el lenguaje no puede ser explicada por otra patología más grave como por ejemplo: sordera, discapacidad intelectual.
  • Trastorno específico del lenguaje (TEL)
  • Disfasia
  • Retrasos del lenguaje
  1. Trastornos secundarios: cuando forman parte de otra patología o cuadro de base, siendo las alteraciones lingüísticas uno de los síntomas del mismo, como por ejemplo, hipoacusias, autismo, parálisis cerebral, y otros.
  • Hipoacusia
  • Retraso mental
  • Alteraciones neurológicas (PCI y otras encefalopatías)
  • Disartria del desarrollo
  • Alteraciones psiquiátricas
  • TEA
  1. Trastornos ya adquiridos
  • Afasia infantil
  • Afasia del adulto
  • Asociados a síndromes psiquiátricos (Esquizoafasia)
  • Asociados a deterioro neuropsicológico (Demencias)
¿Cómo se construye entonces el concepto de TEL?
La ASHA (American Speech Language Hearing Association, 1980) nos proporciona la definición más característica de TEL: “Anormal adquisición, comprensión o expresión del lenguaje hablado o escrito. El problema puede implicar a todos, uno o algunos de los componentes fonológico, morfológico, semántico, sintáctico o pragmático del sistema lingüístico. Los individuos con trastornos de lenguaje tienen frecuentemente problemas de procesamiento del lenguaje o de abstracción de la información significativa para almacenamiento y recuperación por la memoria a corto o a largo plazo”.
Para Leonard, 1998, Limitación significativa del lenguaje que no es debida a pérdida auditiva, daño cerebral, baja inteligencia, déficit motores, factores socio ambientales o alteraciones del desarrollo afectivo.
Criterios diagnósticos de inclusión / exclusión
Stark y Tallal (1981)
  • Nivel auditivo de 25 dB en frecuencias conversacionales.
  • Estatus emocional y conducta normal, por lo que se excluyen los casos que presenten problemas conductuales severos o problemas especiales de ajuste familiar o escolar.
  • Nivel de inteligencia mínimo, valorado desde el CI manipulativo igual o superior a 85.
  • Sin presencia de signos de alteración neurológica de cualquier tipo o etiología
  • Ausencia de problemas motores
  • Destrezas motoras del habla normales, con exclusión de los niños con problemas orales motores periféricos, deficiencias en la sensibilidad oral o anormalidades orofaciales.
  • Nivel lector normal si se ha iniciado dicho aprendizaje
  • Además de una de estas tres opciones:
    • Lenguaje receptivo 6 meses por debajo de su edad mental o edad cronológica.
    • Edad lingüística al menos 12 meses por debajo de la edad mental o cronológica.
    • Lenguaje expresivo por lo menos 12 meses por debajo de la edad mental o cronológica
La profesora Debora Maria Befi-Lopes(3) explica en su artículo que las alteraciones pragmáticas del lenguaje son manifestadas por la incorrecta interpretación de las acciones de los otros y en expresar adecuadamente los deseos e intenciones, por lo tanto los trastornos pragmáticos están constituidos por un daño en los componentes expresivo y receptivo del lenguaje. Concuerda en la conceptualización del TEL y concluye que es un grupo heterogéneo que comparten características comunes que forman parte de los criterios diagnósticos de inclusión y exclusión, por lo que los TEL son diagnosticados a partir de la presencia de compromiso en dos o más áreas del lenguaje, concomitante a la ausencia de cualquier déficit neurológico, psiquiátrico, físico, sensorial o intelectual.
Se considera, por tanto, que existe un “Trastorno Específico del Lenguaje” o T.E.L.cuando un niño presenta un desfase entre su edad cronológica y su nivel lingüístico, igual o superior a un año, además de presentar limitaciones importantes para su adquisición. Y este desfase implica dificultades en todos los componentes del lenguaje.

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